COMIDAS CASERAS Y COMIDAS COMPRADAS

Por Gonza

Este no es blog de adivinanzas, pero sí últimamente se ha transformado en un blog de listados. Todos los posts contienen listados, producto de sesudos análisis sociológicos, efectuados por un equipo integrado por psicólogos, especialistas en semiótica, profesores de lengua y también podólogos.
En este caso, he pedido abocarnos al estudio de las comidas, porque quiero listar las comidas caseras, separadas de las comidas que se compran.
Porque hay gente que es defensora a muerte de la comida casera. Después están los que compran todo hecho. Quien tiene razón. Ninguno de los dos.
En realidad hay comidas que no pueden ser compradas, como por ejemplo, el puré. El puré a mi me gusta suave, con mantequita, recién hecho y parejo. Se le puede agregar un huevo, y creo que se llama puré “a la reina” (o al huevo, que tanto). Pero en un restaurant, salvo que sea un restaurant muy caro, el puré es decididamente una porquería. Rancio, amarillento (que le ponen… ¿caldo?), grumoso, soso o muy salado, o muy caliente o frío. Vade retro al puré que no sea casero.
Después hay comidas que no se pueden hacer en casa, como por ejemplo, las medialunas. Podès hacer mil intentos, pero las medialunas como las de confitería Boston, o Piazza, o Gacebo, o Sao, no te van a salir.
Después está la pizza. Hay pizzas caseras que son simpáticas y se dejan comer, pero la pizza me gusta comprada, que querès que te diga.
Y una comida polémica es el pollo. Hay defensores a muerte de los pollos caseros, argumentando que los pollos de criadero tienen la carne floja y con gusto a harina de pescado, que es con lo que los alimentan. Una vez comí pollo de granja. El pollo de granja camina por todo el patio de la granja y come cualquier cosa que encuentra por ahí. La carne tiene una tonalidad extraña y despareja y además el pollo caminador saca músculos y la carne es dura, son como atletas. El gusto me resultó de lo más raro. Así que yo me quedo con el pollo de supermercado, que nace crece y muere en un criadero que parece Auschwitz, casi ni se mueve y come siempre lo mismo, la carne blanquita y parejita y siempre el mismo gusto que para mí es a pollo. Porque el que no sabe, es como el que no ve.

0 comentarios: