MAMÁ MAMÁ, PUEDO INVITAR A UN AMIGUITO A JUGAR SOLO A CASA?????

Marcelo

Ya he dicho muchas veces, en escritos anteriores y entre quienes soportan estoicamente mis soliloquios, que estoy viejo para algunas cosas. Lo más trascendente es que ya no me considero parte de lo que se llama “la juventud”. Y tal vez hace unos años tampoco era joven, pero me parecía que sí, lo cual abonaba esa teoría de los veinte años en un rincón del corazón. Pues bien, esos veinte años están hoy acompañados por otros veintiocho, más arritmias, colesterol, glucemia, presbicia, juanetes y otros impiadosos okupas físico-químicos. La veterana trae consigo –entre otras cosas- la evocación desmedida de las bondades del pasado. Y otras que traeré al presente intentando no agregar un gramo de exageración.
Por ejemplo la de aquellos juegos y actividades que a diario compartíamos con los amiguetes de la escuela y el barrio. Primera diferencia, mis compañeros de escuela y de barrio eran los mismos. Ahora no. Ahora hay que ir a buscar a un amiguito de nuestros hijos a doscientas cuadras y llevarlo de vuelta, para lo cual recomiendo acondicionar los automóviles con merenderos, peloteros y sanitarios, pues más tiempo han de pasar arriba del auto que adentro de la casa. Porque ahora se juega adentro de las casas. Ya sé que es un quilombo todo, y que si dejás el pibe en la puerta dos minutos le afanan hasta los brackets, pero bueno, marco las diferencias. Antes no había brackets, ahora que lo pienso. Bueno, sigo. Pero hago una aclaración: me voy a referir a comparaciones entre mi infancia, cuando todos éramos clase más o menos media y todos los papás tenían trabajo, y mi vida de clase media actual, en que muchos menos lo somos, y muchos menos aún tienen laburo. Los desposeídos y expulsados no invitan ni son invitados a nada. Descartados el aire puro, los baldíos, las plazas, etc., nos quedan los domicilios pues. Y ahí se producen estos desencuentros, este amontonamiento de soledades. Nuestros niños exigen periódicamente que sus amiguitos vengan a nuestra casa, o planean arteramente y de forma extorsiva que alguno de sus amigos lo invite a la casa. En cualquier caso la situación es más o menos ésta: los niños llegan al domicilio en cuestión, hambreados, desarrapados, con las palmas de las manos símil minero, amén de mocos, catarros y demás calamidades invernales. Se sientan a la mesa, toman el control remoto de la TV y comienzan a zappear entre las múltiples propuestas infantiles que A TODA HORA asuelan el éter. Una vez conseguido el dibujito menos comprensible para el mundo adulto, proceden a engullir –generalmente con modales sumamente ordinarios- el menú establecido, que a diferencia de nuestra infancia (o por lo menos la mía) hoy es impuesto por los niños. Además se trata de menúes a la carta, porque Rodriguito no come papas ni pastas, Facu detesta todo lo que tenga apariencia de verdura, con excepción del choclo que le fascina –aunque ahora no puede comerlo porque se le quedan los granos en la ortodoncia y no trajo el cepillo “ad hoc”; Morita no come hamburguesas caseras, sòlo de cajita, y es alérgica a las flautitas; Pedrín por su parte no come carne desde el dìa que un motociclista atropelló a su ornitorrinco Tobi. Ufffffffffffffffffffffff. A medida que van terminando de cumplir con lo que hemos de llamar generosamente el almuerzo, y sin pedir permiso ni desear buen provecho al resto de los comensales, comienzan a retirarse con rumbo a las distintas habitaciones en busca de artefactos capaces de distraerlos, a saber: celulares con jueguitos, televisores, playstation, mp3, mp4, mp5, mp87, dvd portátil, pc, notebook, y otros enseres que he reconocido en las vidrieras de Garbarino pero no sé como se llaman ni para qué sirven. Sólo intuyo que con ellos también se puede jugar solo y a veces se gana y otras se pierde. Es en esas circunstancias de dispersión “post-morfem”, cuando se produce el fenómeno que origina estas palabras. Los niños comienzan a jugar, pero solos, es decir cada uno con un aparato distinto. Todos a volumen considerable.
Eso es invitar a jugar a un amiguito?? Niet. Es como entrar a un telo con tu novia (o mejor si no lo es) y masturbarte mirando el film “Guarda con el negro, que estuvo en Guantánamo”. Como un signo ilustrativo de estos tiempos de adelanto tecnológico y atraso humanista, ahí están cuatro pibes jugando sì, pero cada uno con una maquinita. Artefactos sí, libros no. Por último, como un paso ineludible antes de abordar la repartija de los niños a sus respectivos domicilios, llega la hora de la merienda. Esas galletitas no, masculla Rodri, porque me dan diarrea boba. Ahí van un platito con “Shit flakes” Ok. Facu no toma leche, salvo “Cabaña el Tereso” descremada y del lote nro. 2, tibia y con edulcorante, pero en sobrecito, el edulcorante líquido le da melancolía. Morita, que orilla los sesenta kgs. y va a segundo grado, pide Cerealitas varietales untadas con queso crema light y mermelada de malvaviscos (la mermelada abajo y el queso arriba) y jugo de maracuyá hirviendo, y Pedrín quiere chocolatada, pero sólo Nesquik, el Zucoa no se disuelve bien y le da arcadas. Andaaaaaaaaaaaá. No es cuestión de rescatar porque sí las payanas ni las bolitas, ni los picaditos con bollo de papel, ni la gratitud por la mesa servida más allá de las posibilidades económicas del anfitrión. Creo que algo se ha roto en la manera de vincularnos, y no hablo sólo de los niños. En ese pacto de no-relación tácito que se establece entre ellos, se puede ver cuánta incomunicación les demostramos como padres. Porque así como los nenes sacan los ojos y la impaciencia de mamá, el club de fútbol y el culo de papá, también arrastran una incomunicación que les viene de arriba y que ellos, a diferencia de los adultos, no saben disimular.
En otra ocasión trataremos el absurdo de contratar animadores para las fiestas de cumpleaños. Te voy a dar pelotero !!!!!! camine pa’adentro mocoso ‘e porquería !!!!!!!

1 comentarios:

Jorge Ramiro dijo...

Como no hace tantos años era chico y tenia la edad en que hacia esa clase de preguntas. Siempre a la salida del colegio les solia preguntar a mis padres para ir a lo de amiguitos. Creo que hoy en dia los chicos compran la play en fravega y juegan juntos pero cada uno en su casa